Este texto de Gisvel Vivas debería encontrarse por casualidad con todos nosotros al menos una vez. Me gustó toparme con él unos meses atrás:
Posdata: Me quiero.
Dicen que cuando estás
enamorado no importan las despedidas, ni el tiempo que pase, ni lo que ocurra
entre medio; no importa que te jure que se acabó o que te mande al infierno, ni
siquiera importa si ha conocido a otra persona. Cuando el sentimiento es
verdadero, siempre encuentras la manera de mantener viva la esperanza. Es algo
inconsciente y muchas veces en contra de nuestra voluntad. Ves señales por
todas partes. Señales que te llevan a esa persona, a ese lugar,
señales que imaginas, o no, quizás son reales. Quizás exista esa energía común
que hace y deshace cuando menos lo esperas y más lo necesitas. Y quizás,
también, pase que ya no vuelva nunca más, pero tú, tú te empeñas en seguir
esperando.
Este escrito va por esas personas que
lo dejarían todo, si él, si ella, les dijera: ven; por las que se beben de un
trago canciones melancólicas sin dudar, mientras caminan por la calle
recordando lo que fue, imaginándose lo que podría ser; por esas personas cuyo
destino no depende de ellas, sino de una llamada desesperada, de un encuentro
fortuito y tantas veces soñado; por las que viven a la espera de un regreso
necesitado, que llega con retraso; por esas personas que se han olvidado de lo
más importante: el amor propio.
El desamor es traicionero y
todo nuestro alrededor está metido en el ajo. Novelas de amores heroicos,
canciones nostálgicas, películas soñadoras… nos empapan de historias, canciones
y sentimientos en los que hay amores que matan, y los que no, nos rescatan,
convirtiéndonos en títeres de la espera, la frustración y la desolación. Y es
que en el fondo, necesitamos creer que sí, que el amor está por encima de todo,
que es capaz de dejarnos sin aire y que cuando se acaba, tú, yo, nosotros,
dejamos de ser. Pero la realidad es que nadie, absolutamente nadie, muere de
amor.
Es cierto. No te engaño. No
existen amores que maten, ni amores que nos rescaten, no existen porque el
único amor capaz de hundirte o salvarte es el de uno mismo. La buena noticia es
que, como es tuyo, tú decides qué hacer con él. Hay decisiones que nos
acompañan toda la vida y por eso, elige tú, no vivas esperando a que te elijan.
No busques a quien no hace nada por encontrarte, no sigas apostando por quien
no apostó por ti, pero sobre todo, no quieras morir por quien quiere y puede
vivir sin ti.
Este escrito va por ti. Tú
que de tanto pensar en él te has olvidado de ti. Tú que subastas tu amor al
menor postor, sin miramientos, ni condiciones. Todavía tienes una opción:
quiérete. Quiérete a ti más que a nadie. Conócete y deja de preocuparte por los
que no se dejaron conocer. Y, apuesta por el amor más leal de todos los amores.
Todavía tienes esta opción. La opción de optar por ti.
“Porque sin ti, sin ti lo
soy todo”
Gisvel Vivas